Por Miguel Millán
1992 |
Todos los días de todos los años se cumplen aniversarios u onomásticas, y precisamente este año, 2011 un grupo de tres músicos castreños tocarán por vigésima vez en la puerta del Nazareno.
Fue allá por noviembre de 1991 cuando un visionario castreño, preocupado por el estado en el que se encontraba el acompañamiento musical del Coro de Capilla, propuso la enseñanza e incorporación de nuevos músicos a este grupo. A raíz de esa iniciativa tres jóvenes castreños, Juan Manuel Algaba, Miguel Morales y Miguel Millán se incorporaron a e interpretaron por primera vez en la puerta de de Jesús de Nazareno el “Miserere” en la primavera de 1992. Este visionario castreño no era otro que Juan Pérez Luque, quien consiguió fondos para comprar tres clarinetes y una trompeta, además de sufragar las clases de clarinete que se impartieron por un profesor de Bujalance durante los tres meses previos a la Semana Santa de 1992.
Por aquel entonces, los componentes instrumentales del Coro de Capilla eran Pepe Herencia, trompeta, Cristóbal Reyes, clarinete, Pepe Muriel, saxo y Andrés Garrido, acordeón, a los que nos sumamos para llegar a formar un grupo de 7 músicos.
Durante estas 19+1 largas noches de Viernes de Madrugada, hay ciento y una mil anécdotas y vivencias, pero si algo cabe destacar es nuestra dedicación, compromiso y camaradería, tres factores muy importantes sin los cuales no se entendería ésta, nuestra vigésima vez en la puerta de Jesús.
Nuestra integración en este grupo aunque pudiera parecer casual no lo era tanto, en el caso de Miguel Morales, ya asistía a clases de trompeta en el conservatorio, mientras que Juanma y yo estábamos en la Tuna de Castro, lo que venía a significar que ya teníamos inquietudes musicales. Antes de nuestra entrada y durante mucho tiempo el Coro de Capilla fue un grupo cerrado en el que difícilmente podían incorporarse nuevos miembros cantores o músicos. Todo este ambiente elitista llevó a casi la desaparición de esta reliquia que posee la Semana Santa castreña.
Hoy día con aproximadamente 15 músicos el Coro de Capilla rebosa de salud instrumental pero no debemos olvidar que al igual que es muy fácil navegar con viento a favor, hay que estar preparados para los años en los que toca remar con el viento en contra.
Debería ser un compromiso de los miembros de este tipo de riquezas autóctonas no solo el practicarlas sino el de pavimentar su perduración en el tiempo, así como su difusión y engrandecimiento dado el caso. Por lo tanto, debe seguirse la senda para no permitir que este tipo de situaciones se vuelvan a repetir poniendo en peligro este tipo de joyas de la Semana de Pasión castreña.
No puedo acabar este artículo sin agradecerle a mis dos compañeros de pito su amistad y camaradería, a Juan Pérez que pusiera un clarinete en mis manos, a Paco Morales diecinueve + una noches de enseñanzas y consejos, y por supuesto a Pepe el Acorazado quien me inició en el sentir cofrade aunque me quitara la boina.
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